Por Nelson Mercado
Mao, Valverde.
La enfermedad mental es un problema social de gran magnitud que afecta a un número muy cosiderable de personas hoy en día y que no tiene distinción social, ya que una de cada cuatro personas padece una enfermedad mental a lo largo de su vida con independencia de su raza, su cultura o su nivel económico.
El enfermo mental debe afrontar la enfermedad en sí misma y los prejuicios y la discriminación que la sociedad le plantea por padecerla.
Hoy en día aún se estigmatiza al enfermo mental.
Sin embargo, en toda la región norte y Línea Noroeste no existe un albergue u hospital psiquiátrico que sirva centro de recepción para atender enfermos mentales, pero sobre todo a aquellas personas que por alguna razón u otra sufren de trastornos y puedan ser rehabilitados.
Diariamente observamos por las principales vías de esta ciudad, personas que se encuentran con algunas deficiencias neurocerebrales, que en ciertos momentos fueron entes productivos, que por alguna razón de la vida su cerebro hizo un corto circuito y los dejó desconectado de la realidad objetiva.
En muchas ocasiones los enfermos mentales son víctimas de burlas, agresiones y abusos, sin que despierten el más mínimo interés en las autoridades de salud pública, ni de sus familiares, son lanzados a las calles como si no fuera seres humanos que sienten y padecen igual que usted.
Con la construcción de un albergue, podría resolverse un gran problema, no solo para los enfermos, sino para la familia y la sociedad, que deben lidiar con el comportamiento, sin poseer los conocimientos necesarios en manejo de conducta humana, que en vez de ayudar empeoran la situación.
Este hospital psiquiátrico debe servir no solo como un asilo para quienes padecen una enfermedad mental, sino que más bien sea una institución que ayude al paciente mediante tratamientos, para lograr recuperar algunas de sus facultades mentales.
El estado de proveer esta institución con un personal calificado con especialidad de rehabilitación psicosocial, con las puertas abiertas para todo el público, que no sea un centro solo para dejar allí a sus enfermos, sino que la familia entienda que no es un asilo sino un hospital, para la rehabilitación psicosocial de las personas enfermas o trastornadas mentalmente, para que lleven una vida lo más nórmale posible.
Por lo tanto, debe ser un requisito obligatorio que un familiar sea quien se encargue del individuo hasta que finalice el tratamiento, porque nos conocemos y al final los mismos familiares abandonan a los enfermos.
Diariamente observamos por las principales vías de esta ciudad, personas que se encuentran con algunas deficiencias neurocerebrales, que en ciertos momentos fueron entes productivos, que por alguna razón de la vida su cerebro hizo un corto circuito y los dejó desconectado de la realidad objetiva.
En muchas ocasiones los enfermos mentales son víctimas de burlas, agresiones y abusos, sin que despierten el más mínimo interés en las autoridades de salud pública, ni de sus familiares, son lanzados a las calles como si no fuera seres humanos que sienten y padecen igual que usted.
Con la construcción de un albergue, podría resolverse un gran problema, no solo para los enfermos, sino para la familia y la sociedad, que deben lidiar con el comportamiento, sin poseer los conocimientos necesarios en manejo de conducta humana, que en vez de ayudar empeoran la situación.
Este hospital psiquiátrico debe servir no solo como un asilo para quienes padecen una enfermedad mental, sino que más bien sea una institución que ayude al paciente mediante tratamientos, para lograr recuperar algunas de sus facultades mentales.
El estado de proveer esta institución con un personal calificado con especialidad de rehabilitación psicosocial, con las puertas abiertas para todo el público, que no sea un centro solo para dejar allí a sus enfermos, sino que la familia entienda que no es un asilo sino un hospital, para la rehabilitación psicosocial de las personas enfermas o trastornadas mentalmente, para que lleven una vida lo más nórmale posible.
Por lo tanto, debe ser un requisito obligatorio que un familiar sea quien se encargue del individuo hasta que finalice el tratamiento, porque nos conocemos y al final los mismos familiares abandonan a los enfermos.